Longilonge fue la primera exposición monográfica en un museo estadounidense de la célebre artista brasileña Solange Pessoa. La exposición, cuyo título proviene de una palabra inventada por el poeta Carlos Drumond de Andrade, presentó nuevas obras comisionadas que responden al paisaje cultural y natural del Oeste de Texas al lado de importantes piezas existentes realizadas en Mina Gerais, Brasil, donde la artista vive y trabaja.

La obra expresiva de Pessoa encuentra inspiración en varias fuentes: la naturaleza, lo barroco, los sueños y el inconsciente, el tropicalismo, las pinturas rupestres y las herramientas talladas de la prehistoria, el arte de la tierra, la artesanía tradicional, la ascendencia, el surrealismo y la poesía. Cinco cuerpos de trabajo diferentes convergieron en esta exposición y muestran facetas de la carrera artística de Pessoa, creando un tejido conjuntivo compuesto de las imágenes, ideas y conexiones entre dos sitios distantes en América del Norte y del Sur.

En Longilonge, Pessoa recreó una instalación significativa originalmente montada en Brasil en 1994: una escultura estimulante conformada por tres gradas hechas de bolsas de café que cuelgan del techo y están llenas de frutas, flores, semillas, huesos, tierra y poemas. Los visitantes fueron invitados a rebuscar en los abundantes materiales. Al derramar o añadir a los contenidos de las bolsas, los visitantes se volvían cocreadores de la escultura, percibiendo directamente las tierras vivas de Minas y Marfa, y todas sus texturas, colores, descomposición y riqueza. 

Pessoa también debutó una suite de pinturas inspirada por sus viajes de investigación a Marfa, donde conoció a botanistas y arqueólogos locales, y donde vio las obras de Donald Judd en persona por primera vez. Elaboró nuevas piezas de cerámica e instaló sus esculturas icónicas, talladas en esteatita, en el patio de Ballroom, donde absorbieron el sol, la lluvia y la nieve. Pessoa esculpió arcilla y piedra, extraídas de Brasil, para evocar formas orgánicas diversas: vacíos vaginales, pezones, falos, cráneos, espirales y fósiles antiguos. Sus esculturas de pared, hechas de bronce y plumas, adornan el pasillo e invocan el cuerpo animal, aludiendo a la muerte, la vida y el ornato.  

La práctica de Pessoa está muy arraigada en la tierra, en lo humano y en la historia natural. Como preparación para esta exposición orientada a la exploración de los temas recurrentes en su obra, recolectó materiales e iconografía de ambientes lejanos pero similares para entablar una conversación entre formas compartidas y cosmogonías entretejidas.

Esta exposición fue organizada por la antigua directora y curadora de Ballroom, Laura Copelin.

Imagenes de la Instalación